lunes, 24 de marzo de 2014

Ser autor

Ser autor: la exitosa (y larga) lucha de los ilustradores argentinos
Marzo del 2014



Hubo un tiempo no muy lejano en el que ser ilustrador en Argentina significaba crear desde las sombras y conformarse con un pago único por el trabajo realizado. Su estatus dentro de la industria editorial era tan bajo, que su nombre no aparecía en las tapas de los libros y la idea de que cobrara derechos de autor era simplemente inconcebible. Al libro ilustrado se lo consideraba básicamente un texto “adornado” con dibujos, y por lo tanto las regalías eran patrimonio exclusivo del único pilar que parecía imprescindible: el escritor.

Esas reglas de juego comenzaron a cambiar hace tan solo quince años, y en ello tuvo un papel protagónico la fundación, en 1998, del Foro de Ilustradores: una organización profesional integrada hoy por más de 500 miembros, que nació con la intención de instalar en el mundo editorial y en el debate cultural la necesidad de concebir a la ilustración como un verdadero trabajo de autor. El emprendimiento tuvo éxito: “el asunto se tomó en serio y hoy los editores argentinos saben que tenemos que cobrar derechos”, cuenta Mónica Weiss, coordinadora general del Foro hasta el año 2005. A esa puja se sumó, además, la capacidad de autogestión de una nueva generación de ilustradores. Así lo recuerda Diego Bianki, director artístico de Pequeño Editor: “En los ’90 muchos autores que hoy son reconocidos (Christian Montenegro, Podetti, Delius, Liniers, Isol, Diego Parés, entre otros), comenzaron a publicar en editoriales alternativas o a realizar sus propias publicaciones independientes. Se entendió que la legitimación no dependía solamente de insertarse en una gran editorial: los artistas creamos nuestros propios soportes para instalar o legitimar nuestras producciones”.

Y también fueron tras nuevos horizontes. “Creo que la realidad argentina nos llevó a buscar trabajo afuera y expandirnos”, dice Dolores Avendaño, responsable de todas las portadas de Harry Potter para la edición en español. En efecto, esa expansión ha sido tal, que hoy la ilustración argentina está experimentando un marcado éxito a nivel internacional, y ya se habla de un verdadero boom. Para Avendaño, sin embargo, ese boom no es más que una combinación de vocación, talento y sentido de la oportunidad: “En mi caso, tenía muchas ganas de conseguir trabajo como ilustradora y no esperé que me cayera encima o vinieran a ofrecérmelo; salí a buscarlo. Creo que los ilustradores argentinos hacen eso: salen a buscar oportunidades, y las encuentran”.

Bianki está de acuerdo: “el ilustrador argentino es bien aguerrido, talentoso, y se destaca puertas afuera. Busca abrir nuevos mercados permanentemente”.

Un hito en la creciente demanda fue sin duda que en 2008 la 45 edición de la Feria Internacional del Libro Infantil de Bolonia, el encuentro más importante del mundo en su tipo, tuviera como invitado de honor a la Argentina, y el Foro de Ilustradores desplegara el proyecto “Cuando las vacas vuelan”, que incluyó el trabajo de 32 autores en exhibición, y 80 en el catálogo impreso.

El año pasado, otro acontecimiento resplandeció en el reconocimiento de la ilustración del país: el Astrid Lindgren Memorial Award, considerado el Nobel de la literatura infantil, fue para Marisol Misenta, Isol, miembro del Foro de primera hora, quien competía con otros 206 candidatos de todo el mundo.

Sin embargo, los frutos se cosechan sin dejar de trabajar: aún queda camino por recorrer. Hoy los editores locales saben que deben pagar derechos de autor a los ilustradores, pero eso no significa que siempre lo hagan o que los arreglos sean constantes de una editorial a otra. “En cierto sentido, los ilustradores argentinos estamos en una situación de privilegio”, sostiene Mónica Weiss. “La producción de libros es grande, tenemos mucho trabajo, las ferias son impresionantes y hay movidas muy lindas en el país para el artista del libro. Pero nos estamos quedando un poco atrás en la idea de autoría. Hay que normalizarla, volverla natural; es el punto clave de un cambio real”. En la misma línea, Diego Bianki plantea que no existe editor en el mundo que se atreva a publicar determinados libros sin ilustraciones: “en tanto y en cuanto las variables escritor/ilustrador no se terminen de equiparar en nuestro país, los profesionales nos veremos obligados a buscar trabajo en el exterior, donde el tema ya tiene un consenso entre profesionales y editores”.

Las ilustradoras Ana Luisa Stok y Paula Frankel han dado un paso importante para profundizar estos temas. Desde el año 2012 organizan las Jornadas Profesionales para Ilustradores en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y su motivación es clara: “los ilustradores siempre soñamos con enviar nuestros trabajos a las ferias internacionales por su calidad y posibilidad laboral. Y nos preguntamos por qué no crear un polo de interés similar en Buenos Aires”. En 2012 y 2013, la discusión sobre derechos autorales fue protagonista de las Jornadas. También se organizaron intercambios con editoriales, muestras de portafolios y charlas sobre distintos aspectos de la profesionalización con invitados nacionales y extranjeros. En abril próximo, y en el contexto de la 40 Feria del Libro de Buenos Aires, se inaugurará una nueva edición del encuentro. “Es nuestro tercer año, por lo que hemos crecido en organización, contenidos, propuestas y público”, cuenta Frankel. “Últimamente nuestro intercambio con colegas y editores es sobre todo virtual, y por eso contar con un evento en el que podamos vernos cara a cara, conversar y aprender es fundamental, sobre todo si se lleva a cabo en el espacio de una de las Ferias más importantes de América Latina”.

Esta vez las organizadoras trabajan junto a un comité de organización formado por otros diez ilustradores argentinos. Y la propuesta está abierta a todos los autores del rubro: “sean de libros infantiles o de otras áreas, y provenientes de cualquier institución. El encuentro es además un excelente punto de contacto con ilustradores del resto del país y de países limítrofes”.

No todo está dicho, pero ya no hay vuelta atrás: el trabajo de los ilustradores argentinos no volverá a ser considerado un mero accesorio que adorna las tapas y el interior de los libros. Son autores, y llegaron para quedarse.


Esta nota pertenece al sitio de Fundación El Libro, y el link para acceder a ella es:
http://www.el-libro.org.ar/profesionales/noticias-del-libro/ilustradores.html